La isla que prefieren los pájaros
Revista Leer, nº 256, octubre
por Alicia González
Palabras
que van y vienen por su condición noctámbula y edades del hombre ritualizadas,
de obligado cumplimiento, sin estación de paso en la que detenerse para
apreciar la reciedumbre del origen. La autora madrileña, consciente de esa
aceleración que nos merma la libertad, habla a los nativos de su generación de
las carencias primigenias del egoísta. Deseos inalcanzables para los que se han
visto impelidos a convivir con la necesidad después de haber tenido todo y a
resistir a los falsos mercaderes, conseguidores en esta época de
insatisfacción. Del otro lado, tiranos de la especie frente a los ciudadanos
deshabitados de horizontes, pero poblados de semillas, de pomos que abren
puertas a nuestro alcance. Por eso es isla el sitio donde buscar refugio, porque
se requiere un cierto alejamiento de ese marasmo en que vivimos, pero es lugar
lleno de sugerencias y voces, esa isla de los pájaros que menciona el título.
Pérez-Sauquillo interpreta la imperfección del paisaje como herencia del
tránsito humano, al hacerlo doliente, espejo de la muerte. Igual que la
inmovilidad concita a la voraz espera y el vértigo del acabar nos sostiene los
pies al suelo. Poemario del temor a perder el referente, que puede estar en un
cuerpo o en el muro que hacemos camino.
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