Time held me green and dying
Happy birthday, Dylan Thomas!
Hoy, hace cien años, nació uno de mis poetas
favoritos.
Dos veces estuve en Laugharne, el pueblo galés donde vivió en una casa que se alza sobre el agua de la bahía. El pueblo que le inspiró Under the Milk Wood. (Bajo el bosque lácteo).
Primero, fue un viaje con Niall Binns, después de traducir nuestra antología prohibida sobre él, Muertes y entradas [1934-1953]. (Signos, Huerga y Fierro, 2003).
Años después, con dos queridísimos amigos, que se
desviaron de su ruta y me dejaron llorar de la emoción en aquel puerto
pesquero, y sacar de entre las aguas un recuerdo. “Mademoiselle –dijo el
taxista belga que me acercó al aeropuerto de Bruselas–, ¡parece que lleva
ladrillos en la maleta!” “Ben… oui!”, respondí. Así era, un solo ladrillo, pero
en él, todo Fern Hill, la colina de Sir John, Sobre todo cuando el viento de octubre, versos y versos imaginados,
torcidos, recreados, restaurados junto a Niall Binns, el perfume de la hierba
de gales y el mar de aquella bahía, con garzas sacerdotisas y tantos sueños meciéndose
en las barcas.
Un siglo después, y más de diez años desde de nuestra traducción, volvemos a acercarnos a él, que siempre ha estado ahí.
“Eran
mis treinta
años
hacia el cielo ahí de pie en el mediodía del verano
aunque
abajo el pueblo se cubriera con las hojas de un octubre
sangriento.
Oh,
que la verdad de mi corazón
se
cante todavía
sobre
esta alta colina en el girar de un año”.
O
may my heart’s truth
Still
be sung
On
this high hill in a year’s turning.
En
el girar de cien años.
Felicidades, y gracias, Dylan Thomas.
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